lunes, 25 de junio de 2012

LO QUE SE ESCONDE DETRÁS DEL SILENCIO


Esta tarde en la Plaza Mayor de Gijón, frente al Ayuntamiento, un minuto de silencio. Con nuestros labios sellados mostramos respeto la víctima, repulsa hacia la violencia de género  y una contundente condena hacia el agresor. Resulta curioso lo polisémico que puede llegar a ser el mismo gesto y las miles de interpretaciones que se pueden hacer al respecto.

Llevo días sin generar ninguna entrada en mi blog. Podría interpretarse mi silencio como que soy una bloguera vaga, pero no es así. Sencillamente necesitaba una pausa reflexiva en mi vida que me aportara nuevas fuentes de inspiración para escribir.

El mutismo colectivo de la Plaza Mayor de Gijón y una amiga entrañable que definió su actitud silenciosa como técnica cobarde ­-cuando yo sé que no lo es-­­ han sido las dos fuentes de inspiración para que ahora esté delante del teclado escudriñando sobre la polisemia del silencio.

El silencio puede ser una gran virtud, pero también un gran defecto sobre el que quiero reflexionar. Escribía Unamuno que, a veces, “el silencio es la peor mentira”. Y Mahatma Gandi que “lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”. 

Callar puede ser prudente, pero también contraproducente y generar un mal mayor. En ocasiones la persona silente no tiene conciencia de estar obrando mal. Un  padre  prescinde de hablar de su mujer fallecida porque considera que evita dolor a sus hijos. Sin embargo ese silencio se convierte, como decía Unamuno, en la peor mentira ya que se traduce en la ausencia de recuerdos que son necesarios para su desarrollo y equilibrio emocional.

Particularmente considero que en la era postmoderna que nos ha tocado vivir hay demasiados silencios. La gente calla, camina hacia delante como puede y tiende cada vez más a mirar hacia otro lado ante las injusticias que le rodean. Solo unos pocos “quijotes”, tipo a los mineros, se resisten, son capaces aún de organizarse y plantan cara al sistema.

¿Qué nos está pasando? La respuesta perfectamente explicada la encontré leyendo al sociólogo Zygmunt Bauman, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010. Para explicar el problema de nuestra sociedad contemporánea recurre al término Unsicherheit, palabra alemana en la que se fusionan tres españolas: incertidumbre, inseguridad y desprotección.

Argumenta Zygmunt Bauman que estos sentimientos que atenazan a la humanidad son un impedimento para instrumentalizar remedios colectivo; que las personas preocupadas y que temen por su futuro no son verdaderamente libres para enfrentar los riesgos que exigen una acción colectiva. Yo añado: se refugian en su particular silencio.

No se me ocurre mejor manera de cerrar esta pequeña reflexión que reproduciendo literalmente un párrafo que el mismo autor escribe en su libro En busca de la política:

No llegaremos muy lejos sin hacer que regresen del exilio ideas como el bien público, la sociedad buena, la equidad, la justicia, esas ideas que no tienen sentido ni no se las cultiva colectivamente.”

Y de cosecha propia: rompamos nuestro silencio individual para convertirlo en un grito colectivo.

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