Tras escuchar esta
mañana la intervención del nuevo Presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández me he sentido orgullosa y
satisfecha. Profundidad, reflexión, emotividad, humildad, sensatez, convencimiento,
compromiso, ideología…. Si me lo propongo podría seguir añadiendo muchos más
términos para describir lo que percibí tras el eco de sus palabras, pero prefiero
resumirlo en que, por fin, siento que un gran capitán toma el timón de este
barco, nuestra querida Asturias, que llevaba demasiado tiempo a la deriva.
Como él mismo se
definió, este tímido en proceso de reconversión y además fotofóbico, logró
arrancar un aplauso espontáneo del público asistente. Llegó a la fibra sensible
de la gente porque sus palabras rezumaban sinceridad y humanidad. Y en el
actual contexto de crisis esos dos atributos se asocian, casi de forma
espontánea, a ESPERANZA.
Y el capitán tiene ya
también equipo. Hoy la prensa recogía valoraciones de distinta índole (de
fuerte perfil político para afrontar el ajuste; el gobierno posible, no el
deseado). Personalmente no me disgusta lo de perfil político porque, al igual
que nuestro Presidente, creo que gran parte de nuestra actual crisis está en “la
inexistencia de un contrapeso político frente un sistema financiero confiado en
su propia exactitud”. Pero yo añadiría que, además, es un equipo de valientes.
Valientes porque: se
enfrentan a una legislatura atípica al disponer solo de tres años para
desarrollar su gestión; afrontan una situación económica muy delicada; y reciben como herencia frentes
abiertos con la inmensa mayoría de los agentes sociales de esta región. Son
conscientes pues que se enfrentan a un riesgo de desgaste personal muy alto. De
ahí mi consideración de valientes.
Este equipo tiene un
gran capitán. En su estrategia confiamos el conjunto de Asturias porque de su
éxito depende nuestro futuro.
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